El
psicólogo industrial puede pretender haber estado representado en el siglo XVI.
El libro del médico y humanista español Juan Huarte de San Juan, Examen de
ingenios, fue el primer intento de estudiar lo que ahora se conoce como
orientación vocacional. Huarte, reconoció que las personas varían en
inteligencia general y en habilidades especiales y recomendaba que se hiciera
un esfuerzo por descubrir las inclinaciones especiales de cada individuo, con
objeto de que se le pudiese impartir la clase de adiestramiento a que mejor se
prestaba.
Importantes
estudios sobre trabajos, movimientos y fatiga fueron efectuados por los
fisiólogos Coulomb y Marey en los siglos XVIII y XIX, respectivamente. Pero la
moderna psicología industrial no podía comenzar hasta que la psicología general
llegara a ser ciencia experimental; suceso que data de 1879, cuando Wilhelm
Wundt fundó en la Universidad de Leipzig el primer laboratorio dedicado al
estudio de la conducta humana.
Las
ideas fundamentales de Huarte de San Juan son las siguientes: los hombres
difieren ampliamente en sus aptitudes y cualidades; las diversas profesiones y
estudios exigen diferentes «ingenios»; es posible averiguar cuáles son estas
exigencias y diagnosticar aquellas aptitudes; es necesario hacerlo para que
«cada uno ejecute sólo aquel arte para el cual tenga talento natural y deje las
demás, para que el carpintero no haga obra tocante al oficio del labrador, ni
el tejedor del arquitecto, ni el jurisperito cure, ni el médico abogue».
Estas
ideas son hoy, de nuevo, la base de la psicología del trabajo.
Desgraciadamente, fueron olvidadas o desatendidas durante varios siglos. El
creciente desarrollo industrial de los siglos XVIII y XIX, impulsado por el
progreso de las ciencias físicas, fue a menudo acompañado por la negligencia
total el factor humano en el trabajo. Era éste considerado, casi
exclusivamente, en su aspecto productivo, y aun de este aspecto sólo importaba
el factor material e instrumental. La sociedad reaccionó, razonable o
violentamente, contra esta situación. Diversos movimientos filosóficos,
religiosos y políticos subrayaron el carácter personal y social del trabajo. La
ciencia misma comenzó a aplicar sus métodos al estudio del trabajador y a
descubrir que, incluso en el aspecto productivo, la consideración del factor
humano es muy necesaria.
En
el desarrollo de la nueva psicología del trabajo, que corrientemente se designa
con el nombre de psicología industrial, pueden distinguirse dos etapas:
En
la primera domina el aspecto productivo; el fin de la psicología industrial es
la selección de los individuos y métodos de trabajo que mejor se adapten a la
buena producción. Una profesión es considerada como el medio adecuado a las
capacidades e intereses de un individuo, en el cual puede éste tener un alto
rendimiento y satisfacción. Los temas predominantes en esta época son la
selección de trabajadores, la orientación profesional, los métodos de
aprendizaje y de trabajo, la fisiología del trabajo y el estudio de los
accidentes y de la fatiga.
La segunda
etapa se caracteriza por la atención creciente que se concede a los aspectos
personales y sociales del trabajo, con cierto predominio quizá de estos
aspectos sobre el productivo, al menos en teoría, pues en la práctica sigue
predominando, por lo general, el aspecto productivo.
La
intervención de psicólogos en los procesos de selección de personal y la
aplicación de pruebas psicológicas con ese fin han adquirido en tiempos
recientes una proliferación que ha suscitado críticas y cuestionamientos. Se ha
denunciado la actividad de "mercaderes de la certeza" que aplican
pruebas cuyos resultados no dan un grado de certeza mayor a la del mero azar. Se ha afirmado que "la pretensión de que con base en un estudio de la
personalidad se pueda establecer un pronóstico de índole laboral es francamente
desmesurada, perjudicial para quienes se someten a tales pruebas e incierta
para quienes pagan por los tests y reciben los informes." Por otra
parte, también se han hecho objeciones de índole ética a los análisis de la
psicología profunda que "escudriñan la personalidad o buscan evaluar la
integridad o la honestidad de las personas."
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